Estados Unidos, el gran estratega comercial del siglo XX echa mano en los principios que dieron origen a los organismos internacionales que gobiernan el comercio internacional después de la segunda guerra mundial. Junto a su gran equipo de analistas, expertos y su extraordinario think-thank organization, acude a su gran arsenal de herramientas legales para con esto invertir la tendencia de puertas abiertas en el comercio mundial (multirateralismo) a una nueva práctica de proteccionismo.
Establecer una estrategia comercial para Estados Unidos no ha sido llenar un documento de buenas intenciones bien argumentadas. Como un apocalipsis de bolsillo, el plan estadounidense a lo largo de la historia se ha fundamentado en dos aspectos claves: una expansión territorial impuesta a través de anexionismos, compras, guerras e intervenciones en otros países; y el aprovechamiento de la materia prima y mano de obra extranjera. Ambos puntos vigentes en la actualidad como aspectos claves dentro de la política y estrategia comercial de Estados Unidos.
Durante todo el siglo XIX Estados Unidos se centró en el desplazamiento de los colonos hacia el oeste. Para ello, agredió a otros países, como México, al que le arrebató sus territorios al norte del río Grande. Tras la victoria en 1848 en la guerra con México, se anexionó Nuevo México, Arizona, Utah, Nevada y California. A partir de entonces, ya convertido en una potencia industrial, comienza su entrada en la esfera internacional con una expansión continental que finalizó en 1890.
Mientras Estados Unidos se centró en su expansión territorial en el siglo XIX, en el plano comercial, dominado por Europa en aquel entonces, mantenía una política aislacionista. No obstante, supo vislumbrar el papel del comercio y su importancia para el crecimiento económico, fundamentalmente con la Segunda Revolución Industrial y con ella, la irrupción de la electricidad y el petróleo (teniendo a Inglaterra como espejo donde mirarse). El aceleramiento de su industrialización lo coloca a la cabeza del mundo a finales del siglo.
En el momento de estallar la Primera Guerra Mundial, los valores estadounidenses en manos de extranjeros ascendían a una cifra que oscilaba entre los 5.000 y los 7.500 millones de dólares, en su mayor parte ingleses (en 1913 equivalían a 755 millones de libras esterlinas). Durante los últimos 40 años del siglo XIX entraron más de 14 millones de inmigrantes.
Instrumentos de la estrategia en el siglo XX
Luego de la Segunda Guerra Mundial llega el fin del patrón oro y se establece un reordenamiento económico mundial dominado por Estados Unidos, la única gran potencia que el conflicto no había destruido. En la Conferencia de Bretton Woods en 1944 se constituye el nuevo orden monetario internacional. En el marco de los acuerdos allí establecidos nacen el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El poder americano se extiende de manera global por su posición en estos y otros organismos internacionales. En el BM y el FMI por su participación y posición de veto ante cualquier decisión que no les convenga; y, por otra parte, en la ONU por ser clave en el Consejo de Seguridad.
La Organización de los Estados Americanos (OEA), que se iniciara como una oficina comercial, a fines del siglo XIX, se transformó en una de las instituciones creadas y estimuladas por Estados Unidos. Después de un largo período de formación, se aprobó en Bogotá, en 1948. La OEA, el FMI y el BM fueron creadas al terminar la II Guerra Mundial con el propósito de apoyar a Estados Unidos como potencia mundial.
Desde 1975, la economía americana presenta un continuo déficit comercial, que superó en su punto más alto los 761.000 millones de dólares en 2006. De este déficit, la mayor parte tiene que ver con el comercio entre Estados Unidos y China que, en concreto, superó en 2016 los 347.000 millones de dólares a favor de China, y que representó casi el 70% del déficit comercial total estadounidense en ese año.
China, por su parte, tiene desde 1992 una economía netamente exportadora que ha sido la causa de los fuertes crecimientos de su Producto Interior Bruto (PIB). Estados Unidos comienza a estar acompañado de dos grandes potencias que se suben a la rueda del comercio mundial al integrar la Organización Mundial del Comercio: China (2001) y Rusia (2011).
Se suponía que China debería agradecerle a Estados Unidos por el derecho de recuperarse de 150 años de maltratos por parte de las potencias imperiales occidentales y Japón. En su lugar, tiene el tupé de pensar que es una potencia asiática con responsabilidades propias. Y no solo se trata de un pensamiento, sino que es un hecho, pues la economía de China hoy es más grande en términos absolutos que la de Estados Unidos (aunque en cifras per cápita solamente es su cuarta parte).
El siglo XIX fue de Europa, el XX de Estados Unidos y el XXI es de Asia. El panorama mundial actual se divide en Asia representada por China que actúa por cuenta propia, Europa y Japón detrás, y Estados Unidos rezagados sin coalición por la guerra comercial. Nuestro vecino del Norte, que ha marcado las pautas hasta hoy dentro del comercio internacional, se está quedando sin socios comerciales.
El ascenso de China, el dinamismo de la India, el crecimiento poblacional y la activación económica en África, la negativa de Rusia a inclinarse ante sus deseos, su propia incapacidad de controlar lo que sucede en Medio Oriente, la determinación de América Latina de ser libre de su hegemonía de facto y la guerra comercial de la actual administración, ponen en la cuerda floja el poder hegemónico y el predominio económico mundial de Estados Unidos.
Llegados a este punto, para nada sorprende que a Estados Unidos le cueste aceptar los claros límites que el mundo le presenta. Cuando la mentalidad del líder mundial es de dominio, el resultado del crecimiento convergente le parecerá amenazante. De pronto, el libre comercio por el que tanto abogó parece una terrible amenaza a la continuidad de su poder.
Te invitamos a continuar de cerca este tema en siguientes publicaciones durante los próximos días…