Los tratados comerciales han sido una parte muy importante de la política económica y estrategia comercial de Estados Unidos en los últimos 60 años. Por dar un dato, en 1960 la suma de importaciones y exportaciones no llegaba al 10 % del PIB, y hoy esa misma cifra supera el 30%.
Uno de los tratados comerciales que más ha beneficiado a Estados Unidos ha sido el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA, por sus siglas en inglés), hoy en pleno proceso de modernización y llamado T-MEC/USMCA. Este tratado entre Estados Unidos, México y Canadá entró en vigor en 1994 y estableció las bases para impulsar el comercio en América del Norte, y con ello, el crecimiento económico de los tres países. Sin embargo, ha quedo demostrado que el gran beneficiado siempre ha sido y es Estados Unidos.
Los datos más recientes, recogidos en el Testimony of Christine Bliss President, Coalition of Services Industries (CSI) House Ways and Means Subcommittee on Trade, indican que bajo el marco del TLCAN, desde 1999, los Estados Unidos han duplicado su superávit comercial bilateral de servicios con México y cuadruplicado su superávit con Canadá. Las exportaciones de servicios estadounidenses a Canadá ascendieron a 56.400 millones de dólares e importaciones de 29.000 millones de dólares, con un superávit de servicios de 27.400 millones de dólares. Del mismo modo, en México, las exportaciones estadounidenses de servicios fueron de 31.100 millones de dólares, mientras que las importaciones fueron de 23.500 millones de dólares en 2016.
El propio informe señala que la participación mexicana y canadiense en el sistema federal de adquisiciones de los Estados Unidos es insignificante. Ello quiere decir que los mexicanos no están entrando a las licitaciones públicas de Estados Unidos. En 2014, México había invertido casi 18.000 millones de dólares en Estados Unidos.
The Coalition of Services Industries apoya la firma del T-MEC/USMCA, y a través de su presidenta Christine Bliss, expone en dicho informe claramente su posición a favor de la modernización de este tratado. Al mismo tiempo defiende el impulso del acuerdo principalmente en cuestiones como las telecomunicaciones, el comercio digital y una nueva disposición sobre los servicios financieros que prohíbe la localización de datos.
El documento además expresa que el nivel de inversión entrante y saliente con Canadá y México es uno de los principales motores del éxito económico norteamericano. De ahí la importancia para ellos de que este tratado continúe siendo “un acuerdo trilateral con las normas comunes de América del Norte”.
En los artículos que anteceden a este texto he expuesto las características que rigen la política comercial estadounidense. Como se puede evidenciar, se trata de una estrategia comercial que desde el comienzo representa a la perfección el ideal estadounidense de nación creada por Dios para establecer la moral en el mundo, su convicción de “América para los americanos”. Un fiel reflejo hasta nuestros días de su visión imperialista e injerencista.
Con esta concepción coincide plenamente el Dr. Peter Navarro, director de la Oficina de Política Comercial y Manufacturera (OTMP), una oficina establecida por el presidente Donald Trump para defender y servir a los trabajadores estadounidenses y fabricantes nacionales. Desde su postura de extrema derecha, el Dr. Navarro apoya la guerra comercial con China y defiende la ratificación del T-MEC/USMCA.
Entre sus declaraciones más recientes sobre el tema a Breitbart News dijo: “El acuerdo entre Estados Unidos, México y Canadá es mucho más importante que cualquier acuerdo con China. América tiene casi el doble de comercio con Canadá y México que, con China, y exporta cinco veces más productos a México y Canadá que a China, donde el comercio es una calle unidireccional que se mueve en la dirección equivocada”.
La cooperación internacional implica voluntad de alcanzar acuerdos con otros países, no la imposición de exigencias unilaterales. Estados Unidos está acostumbrado a exigir, no a negociar acuerdos. Cuando un Estado considera que el predominio es su destino, la búsqueda de acuerdos no suele formar parte de su vocabulario político, y, por tanto, tampoco integra su estrategia comercial.