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sábado, noviembre 16, 2024
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China debe trabajar en el comercio y la confianza con la UE si quiere vínculos cálidos a largo plazo

Cuando altos funcionarios de la Unión Europea aterrizaron en China la semana pasada para la cumbre UE-China con el presidente Xi Jinping, tenían una larga lista de preocupaciones.
La visita del poderoso trío formado por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, y el alto representante de política exterior de la UE, Josep Borrell, que se produjo después de las visitas de los vicepresidentes de la comisión, Valdis Dombrovskis y Vera Jourova, es parte de una construcción que vio visitas cada vez más de alto nivel tanto a Bruselas como a Beijing.


En la cumbre UE-China, los importantes desequilibrios comerciales ocuparon un lugar destacado en la agenda de la UE. Especialmente impulsados ​​por las preocupaciones de estados miembros como España e Italia, Michel y von der Leyen pidieron a Xi que tomara medidas significativas para abordar lo que consideran obstáculos importantes para el acceso de Europa al mercado de China.


En este contexto, cabe destacar la reciente decisión de Italia de abandonar la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Italia fue la economía más grande del mundo que se adhirió al plan chino. Lamentablemente, su salida es parte de una tendencia emergente de los países europeos a reducir su cooperación con China.


Estonia, Letonia y Lituania han abandonado un marco de cooperación establecido entre China y varios países de Europa central y oriental, y la República Checa es cada vez más crítica con el formato.


Mientras tanto, Bruselas ha dejado claro que seguirá adelante con su estrategia de “eliminar riesgos en lugar de desvincularse”. Una relajación de la relación económica entre la UE y China es una mala noticia para ambas partes y debe evitarse. La pregunta es si se pueden corregir los desequilibrios comerciales existentes y cómo hacerlo.

Más allá del comercio y la economía, la atención se centró en Ucrania y Oriente Medio. En cuanto al primero, Bruselas pidió a Pekín que utilizara su influencia sobre Moscú para poner fin al conflicto. Si bien no se espera ningún avance significativo, la UE considera que el no suministro de armas letales a Rusia por parte de China y la no elusión de las sanciones contra Rusia son cruciales para generar confianza mutua.

Bruselas ha dejado claro que, si es necesario, está dispuesta a imponer sanciones a las empresas chinas y pidió al presidente Xi que tome medidas para abordar las preocupaciones de Europa. En cuanto al conflicto palestino-israelí, ambas partes abogan por una solución de dos Estados.


En conversaciones privadas, los funcionarios europeos dan la bienvenida, y de hecho alientan, un papel más activo de China en la diplomacia global. La esperanza en Bruselas es que el conflicto en Medio Oriente y la invasión rusa de Ucrania puedan brindar oportunidades para fomentar sinergias diplomáticas.

En última instancia, estos son los campos de prueba donde se evaluará la viabilidad de una relación mutuamente beneficiosa a largo plazo entre Europa y China.

En un contexto desafiante, no todo es pesimismo. Más allá de la economía y la seguridad, hay una serie de áreas de políticas en las que se están produciendo avances lentos pero tangibles. Bruselas y Beijing, por ejemplo, están desempeñando un papel importante en la redacción de un tratado internacional sobre preparación y gestión de pandemias, tal como lo propugna la comunidad mundial de salud pública.
Y con el tiempo podrían surgir buenas noticias en lo que respecta a la provisión de una variedad de bienes comunes globales. La biodiversidad, la gobernanza de los océanos, la contaminación plástica, la deforestación y la seguridad alimentaria son áreas en las que China y Europa están encontrando puntos en común. La creación de grupos de trabajo ad hoc sobre vinos y bebidas espirituosas, cosméticos, controles de exportaciones y regulación financiera tiene como objetivo desactivar posibles tensiones antes de que se salgan de control.

En cuanto al cambio climático, Bruselas está ansiosa por que Beijing desempeñe un papel aún más ambicioso uniéndose a los esfuerzos de la UE en el Compromiso Global de Metano, triplicando su capacidad de energía renovable y duplicando la tasa de mejoras de eficiencia energética para 2030.

Esta última cumbre UE-China estuvo sustentada por una desconexión fundamental en términos de percepciones. Por un lado, Beijing considera que la relación con Europa se caracteriza por desafíos importantes pero, en general, satisfactoria. Por otro lado, Bruselas está profundamente descontenta con la naturaleza de su relación con China.

Para ser sostenible a largo plazo, cualquier relación debe garantizar que todas las partes estén satisfechas con ella. Es evidente que este no es el caso en la actualidad y se avecinan cambios. Con suerte, esto será de común acuerdo.

Fuente: https://www.scmp.com/comment/opinion/article/3245089/china-must-work-trade-and-trust-eu-if-it-wants-warm-long-term-ties

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