China nunca ha estado tan abierta a los visitantes extranjeros: con su última política de tránsito sin visa, los titulares de pasaportes de 54 países pueden ingresar a China a través de 60 puertos, visitar 24 regiones provinciales y permanecer hasta 10 días. Esto se produce después de que Beijing liberó a los ciudadanos de 38 países de solicitar visas cuando viajan por el país por hasta un mes.
Vale la pena señalar que la mitad del territorio de China ahora está abierto a ciudadanos de economías desarrolladas. Estos incluyen las áreas más pobladas del país, sus centros económicos y políticos y cientos de ciudades. Los lugares que aún están prohibidos para la exploración sin visa incluyen el Tíbet, Xinjiang, Mongolia Interior, Ningxia, Qinghai, Gansu, así como Jilin, la provincia fronteriza de China con Corea del Norte.
Se espera que la exención de visas sin precedentes atraiga más dinero de los turistas a China, ya que los primeros datos mostraron un aumento en el interés por los viajes al país. Mientras tanto, la política de tránsito sin visa de 10 días también facilitará mucho los viajes de negocios, lo que puede ayudar a generar oportunidades comerciales y de inversión.
Pero más que eso, la política también refleja un cambio sutil en el pensamiento de Beijing: los formuladores de políticas están un poco preocupados, por decir lo menos, por las reducidas interacciones de China con el resto del mundo.
Después de tres años de estrictos cierres fronterizos, que formaron los pilares de la estrategia de “cero Covid” del país, Pekín se ha dado cuenta de que tal vez haya ido demasiado lejos al expulsar a personas de otros países, así como a chinos que viven en el extranjero. Para rectificar esto, el gobierno ha tomado varias medidas, desde la reanudación de los vuelos hasta la facilitación de los servicios de pago , para atraer de nuevo a los inversores extranjeros al país.
Esas políticas han funcionado. El número de titulares de pasaportes extranjeros que ingresaron a China alcanzó los 29 millones en los primeros 11 meses de 2024, un fuerte aumento del 86% respecto del mismo período del año pasado. Aun así, cabe señalar que el flujo fue mucho menor que los niveles anteriores a la pandemia. En 2019, China registró 98 millones de entradas y salidas de extranjeros, lo que se tradujo en unos 49 millones de entradas.
La eliminación de los requisitos de visa ha transmitido la voluntad de China de facilitar más interacciones globales, lo que es una señal alentadora.
Al abrir más sus fronteras, el país también proyecta una sensación de confianza en que tiene muchas cosas buenas que ofrecer al mundo. En vista de que las encuestas públicas en los países occidentales muestran un deterioro de la imagen de China, Beijing está poniendo su esperanza en millones de visitantes extranjeros para difundir una visión más objetiva del país, libre de cualquier distorsión por parte de los medios de comunicación o los políticos.
Al mismo tiempo, la política de exención de visados demuestra que China está dispuesta a ser pragmática en la gestión de su política internacional, en lugar de adherirse estrictamente a ideologías.
Los 54 países incluidos en el programa –entre ellos Estados Unidos, Japón y Australia– fueron elegidos por sus niveles de ingresos, más que por su afinidad con las opiniones de Pekín. Cabe destacar que China excluyó del programa a algunos de sus aliados geopolíticos más cercanos, mientras que incluyó a algunos países que tenían una relación diplomática complicada con Pekín, como Lituania .
La lista de países a los que se les concedió viajar sin visa parece reflejar el principio tácito de que la apertura de China está dirigida principalmente al mundo capitalista liderado por Estados Unidos.
Si el pragmatismo que subyace al programa de visados relajado se aplicara a otras políticas, podría dar un nuevo impulso a una mayor apertura de China. Una percepción que ha ganado popularidad en China en los últimos años es que el mundo exterior se ha vuelto más amenazador y que el país tiene que volverse más vigilante para protegerse de las personas, productos e ideas extranjeras. Como resultado, la mentalidad de “nosotros contra ellos” se ha arraigado en muchos sectores de la sociedad.
Se espera que el programa de visados más flexible no sólo impulse la afluencia de visitantes, sino que también ayude a fomentar una mayor buena voluntad entre China y el resto del mundo. Y esa buena voluntad, a su vez, puede sentar las bases para políticas más pragmáticas y menos confrontativas. Los beneficios irán mucho más allá de los dólares procedentes del turismo.