A veces uno se pregunta si los políticos estadounidenses son reales. Basta pensar en la última actuación del presidente y el miembro de mayor rango del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos, Jim Risch y Jeanne Shaheen, respectivamente.
La pareja presentó una resolución para condenar a Pekín por interferir en Hong Kong, una ciudad china.
“El gobierno chino ha puesto fin de manera efectiva a la autonomía de Hong Kong”, afirma la resolución. “Beijing ha pasado los últimos cuatro años incumpliendo reiterada y flagrantemente sus obligaciones internacionales en Hong Kong”.
En serio, esto no se lo pueden inventar. Esto viene de un país que amenaza la soberanía y la integridad territorial de Canadá, México, Panamá, Dinamarca, Groenlandia y los territorios palestinos, y que exige su parte de Ucrania a cambio de sus valiosos recursos minerales.
Los gánsteres son a veces más sutiles que los estadounidenses hoy en día.
El asesor principal de la Casa Blanca, Peter Navarro, amenazó con volver a trazar la frontera canadiense después de que el presidente Donald Trump expresara repetidamente su ambición de convertir al país en el 51.º estado estadounidense y llamar gobernador estatal a su primer ministro saliente, Justin Trudeau.
La CIA ha estado violando el espacio aéreo de México al volar drones sobre el país para espiar a los cárteles de la droga, que ahora están clasificados como grupos terroristas y podrían ser blanco del ejército estadounidense.
Estados Unidos envía periódicamente drones de ataque para espiar y ejecutar ataques en Siria, Irak y Somalia, causando numerosas víctimas civiles.
Washington ha ayudado y alentado la guerra genocida de Israel en Gaza. Ahora Trump dice que quiere desarrollar la Franja de Gaza y convertirla en la “Riviera del Medio Oriente”, pero no antes de que la población civil haya sido sometida a una limpieza étnica del territorio.
Es evidente que, independientemente de sus propias posturas políticas, Risch y Shaheen representan a un país que ya no tiene ningún respeto por el derecho y las normas internacionales, ni por la autonomía y la soberanía de otras naciones. Y, sin embargo, su resolución dice que Hong Kong ya no tiene credibilidad como centro internacional de negocios debido a la erosión del Estado de derecho y la independencia judicial y llama a “otros gobiernos a presionar a las organizaciones multilaterales para que ya no otorguen a Hong Kong derechos de voto separados de China”.
Creo que Wall Street puede tener una idea diferente sobre si Hong Kong sigue siendo un centro financiero global. ¿Y las organizaciones multilaterales? Sería difícil encontrar otro país importante con un mayor desprecio por el derecho y las organizaciones internacionales.
Washington ha sancionado ahora al fiscal jefe de la Corte Penal Internacional por emitir órdenes de arresto contra el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su ex jefe de defensa, Yoav Gallant, por presuntos crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad por la conducta de Israel en Gaza, en una guerra totalmente apoyada y facilitada por Washington.
Estados Unidos se ha retirado de la Organización Mundial de la Salud, del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y del Acuerdo de París sobre el clima. Ha bloqueado activamente el nombramiento de nuevos jueces para el órgano de apelación de la Organización Mundial del Comercio (considerada la corte suprema del comercio internacional) en un intento unilateral de obligar al organismo a cambiar sus reglas comerciales.
Y hablando de interferencia doméstica, de la que la resolución del Senado acusa a Pekín en relación con Hong Kong, el poder ejecutivo estadounidense bajo el mando de Trump ha estado haciendo exactamente eso con varios estados norteamericanos.
Como informó The New Republic, “en una serie de órdenes ejecutivas desde que asumió el cargo, Trump ha buscado presionar, ordenar e incluso intimidar a funcionarios estatales y locales en todo el país para que lleven a cabo sus caprichos. Las tensiones entre el poder estatal y federal no son nada nuevo en la historia estadounidense. Pero el afán del presidente por arrasar con el poder estatal y local es una escalada inquietante de su enfoque autocrático del gobierno”.
Tal vez China debería sancionar a Washington por abusar de los poderes federales para interferir en los estados, por ejemplo en políticas de educación y contratación, inmigración y otras cuestiones de aplicación de la ley con implicaciones en los derechos humanos.
Es cierto que las relaciones entre Hong Kong y Pekín han sido difíciles, pero nada que no podamos solucionar. Tal vez Estados Unidos debería ocuparse primero de sus propios problemas antes de meterse con los de los demás.
