Malasia ha ido ganando atención en el escenario internacional. De hecho, no es difícil detectar el optimismo. Por nombrar solo algunos aspectos positivos, el ringgit fue la moneda de mejor desempeño en Asia el año pasado, el crecimiento se aceleró al 5,1% y los grandes gigantes tecnológicos han comprometido miles de millones de dólares de inversión. La estabilidad política y las reformas de políticas han contribuido a mejorar el sentimiento tanto en el país como en el extranjero.
La pregunta es: ¿se puede sostener el impulso positivo de Malasia en 2025? No es fácil responder a esta pregunta, ya que la incertidumbre mundial introduce volatilidad. Dicho esto, hay buenas razones para creer en los sólidos fundamentos económicos de Malasia. Mantener el rumbo es la tarea clave para Malasia en el año de la serpiente.
Lamentablemente, el mercado se niega a apartar la mirada de los riesgos arancelarios. A primera vista, esto es comprensible, ya que Malasia tiene el tercer mayor superávit comercial de la ASEAN con Estados Unidos, después de Vietnam y Tailandia. Como la administración Trump ha enfatizado repetidamente la necesidad de reducir su importante déficit con los socios comerciales, esta brecha puede generar cierta atención no deseada por parte de Washington.
Sin embargo, unas exportaciones bien diversificadas pueden mitigar parcialmente algunos riesgos comerciales. Malasia no sólo es uno de los pocos exportadores netos de materias primas de Asia, sino que también desempeña un papel clave en la cadena de suministro global de tecnología. En términos de exposición a las exportaciones, Malasia está mejor equilibrada que otros y no depende exclusivamente de un único mercado. Sus recientes medidas proactivas, como la firma de un acuerdo de libre comercio (ALC) con los Emiratos Árabes Unidos y la reanudación de sus negociaciones de TLC con la Unión Europea, abren más oportunidades para ampliar el comercio.
En los últimos años, el auge del comercio se ha visto impulsado por el ascenso de Malasia como uno de los principales destinos de la ASEAN para la inversión extranjera directa (IED). Si bien la incertidumbre arancelaria puede hacer que los inversores adopten una postura cautelosa en el corto plazo, la mejora de los fundamentos económicos de Malasia a largo plazo seguirá creando oportunidades, en particular en el sector de la electrónica.
Aunque Malasia no cuenta con los grandes nombres nacionales de otros países con exposición a la tecnología, su desarrollo en el sector tecnológico se remonta a la década de 1970. Aunque se estancó por un tiempo, ahora está experimentando un renacimiento, con una reubicación de IED constante y de alta calidad desde que comenzaron las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China. La inversión no solo ha llegado a Penang, la potencia de la electrónica en el norte. Recientemente, también se han realizado grandes inversiones en centros de datos en el estado sureño de Johor, justo frente a Singapur. Esto es muy importante para Malasia, que busca liberar todo su potencial, no solo en términos de aumentar su participación de mercado, sino también para permitirle cumplir su ambición de ascender en la cadena de valor.
A pesar de los riesgos externos, es importante no dejarse llevar por la retórica arancelaria cotidiana. No es difícil encontrar mucha vitalidad en la economía interna de Malasia. El motor del consumo sigue siendo decente, gracias a una confluencia de factores que incluyen una baja inflación, subsidios aún generosos y una recuperación en curso del mercado laboral.
Sin embargo, lo que nos llamó la atención es el auge de las inversiones que está viviendo Malasia. Los visitantes de Kuala Lumpur quedan maravillados ante los megaproyectos de construcción que se están llevando a cabo en la ciudad, con inversiones tanto en el espacio público como en el privado. Lo primero no es difícil de entender, ya que se han producido flujos constantes de inversión en los centros de datos. Lo segundo merece más atención, ya que el gobierno se esfuerza por impulsar proyectos de infraestructura clave para mejorar la conectividad y aliviar la congestión.
En el gran esquema de las cosas, lo que importa no es sólo el año 2025, sino también cómo evolucionan los fundamentos de largo plazo de Malasia. Gracias a las reformas gubernamentales, Malasia está en el camino correcto para liberar su potencial. Apenas una semana después de 2025, Malasia y Singapur firmaron el esperado acuerdo de la Zona Económica Especial de Johor-Singapur, dando un buen ejemplo de cómo la cooperación puede estimular el crecimiento potencial en tiempos de incertidumbre. La ambiciosa iniciativa apunta a aprovechar la ventaja comparativa de los dos países, ofreciendo generosos incentivos fiscales.
La otra agenda clave de reformas son las promesas fiscales de Malasia. Después de años de altos déficits fiscales inducidos por las perturbaciones de la pandemia, el gobierno ha demostrado un firme compromiso de reducir su déficit fiscal y reordenar las prioridades del gasto. La racionalización de los subsidios, en los sectores de la energía y los alimentos, se ha implementado de manera gradual. Por supuesto, todas las miradas están puestas en cómo se implementará esto en el caso de la gasolina a mediados de este año, lo que tendrá implicancias más amplias para la inflación, así como para la trayectoria monetaria del banco central.
En tiempos turbulentos, es sumamente necesario mantener la estabilidad del barco para que la economía siga navegando. En última instancia, la clave es cómo garantizar una implementación fluida y oportuna de las reformas para aprovechar los sólidos fundamentos de Malasia. Si juega bien sus cartas, Malasia puede volver a brillar.
Fuente: https://asia.nikkei.com/Opinion/Malaysia-s-economy-is-a-steady-ship-in-choppy-waters