Con su simposio, que reunió a los principales empresarios privados de China, el presidente Xi Jinping envió un mensaje de que el país ha obtenido una victoria inicial al superar las restricciones tecnológicas impuestas por Estados Unidos.
Según el Diario del Pueblo, Xi dijo a los titanes tecnológicos del país, entre ellos el fundador de Huawei Technologies, Ren Zhengfei, y el fundador de la start-up de robótica Unitree, Wang Xingxing , que “el viento del este sigue prevaleciendo”. El comentario aludía a una cita del presidente Mao Zedong: “El viento del este prevalece sobre el viento del oeste”. También hace eco de un estribillo anterior de Xi: “El Este está ascendiendo y el Oeste está decayendo”.
En respuesta, Ren, de Huawei y que se ha convertido en el rostro de la resiliencia tecnológica de China, dijo que se han aliviado las preocupaciones sobre la falta de chips y sistemas operativos de fabricación nacional, el “corazón y el alma” de la tecnología moderna. “Creo firmemente que una China más fuerte está surgiendo a un ritmo acelerado”, dijo el fundador de 80 años del gigante de equipos de telecomunicaciones sancionado por Estados Unidos.
La confianza, e incluso el triunfalismo, que comparten el líder estatal de China y los campeones tecnológicos del país se basan en los hechos del desarrollo de la industria en los últimos años. El país ha logrado superar los intentos de Estados Unidos de impedir su avance tecnológico con un progreso impresionante. El optimismo sobre este progreso recibió un nuevo impulso en los últimos meses gracias a dos modelos de inteligencia artificial (IA) de bajo costo y alto rendimiento de DeepSeek , con sede en Hangzhou .
Si bien aún existen preocupaciones sobre la profundización de la rivalidad tecnológica (la Política de Inversión “Estados Unidos Primero” anunciada por la Casa Blanca durante el fin de semana seguramente levantará nuevas señales de alerta para China), se refieren principalmente a sectores específicos y al impacto temporal, no a fallas sistémicas en el ecosistema tecnológico de China.
La estrategia de Washington de “patio pequeño, cerca alta” para limitar el acceso de China a tecnologías estadounidenses específicas, como semiconductores e inteligencia artificial, ha fracasado en gran medida. Irónicamente, las restricciones han catalizado la colaboración entre los sectores público y privado de China para abordar los cuellos de botella y reducir la dependencia de las tecnologías importadas. China, por lo tanto, se ha vuelto menos dependiente de las tecnologías estadounidenses y le está yendo muy bien.
Esto, a su vez, ha reforzado la confianza de China en su propio talento, cadena de suministro y organización.
Una de las principales ventajas del país es su gran reserva de talentos en materia de investigación científica (producto de su riguroso sistema educativo centrado en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas).
Según los últimos datos oficiales correspondientes a 2023, China cuenta con más de 610.000 estudiantes de doctorado y 3,27 millones de estudiantes de posgrado, y es una fuente de formidable capacidad intelectual que puede contribuir a grandes avances. El éxito de DeepSeek, una start-up formada por más de 100 jóvenes científicos bajo el liderazgo de un ingeniero visionario, es un recordatorio del potencial del país para marcar la diferencia.
Otra ventaja es el enorme aparato industrial y manufacturero del país, que ha proporcionado una base para que China convierta el progreso de la investigación en productos comercializables, lo que a su vez retroalimenta la investigación.
Por ejemplo, la industria china de robótica humanoide, que ya cuenta con una cadena de suministro preparada, está a punto de despegar. En Yongkong, una pequeña ciudad de la provincia de Zhejiang conocida como la “capital de las tuercas y los tornillos” de China, una vasta red de fabricantes está adaptando rápidamente sus productos para que se adapten a los desarrolladores de robótica del país. Algunos analistas han comenzado a comparar el músculo industrial de China con el “músculo financiero” de Estados Unidos.
Si se mide en términos de valor agregado, China posee casi un tercio del total mundial, lo que supera el valor combinado de las cuatro potencias manufactureras siguientes: Estados Unidos, Japón, Alemania e India. Para China, sus capacidades de fabricación son una clara ventaja estratégica a la que apostar.
Por último, el enfoque chino de crecimiento económico que abarca a todo el país –pese a la notoria competencia excesiva, despilfarro y corrupción en algunos casos– ha funcionado. La autoridad central, los gobiernos locales y el sector privado han coincidido en gran medida en lo que respecta al crecimiento de los sectores clave del país.
La combinación de poder estatal y emprendimiento privado ha ayudado a que la industria de vehículos eléctricos despegue en China, y China está aplicando la misma estrategia para implementar IA en sus ciudades.
Sin duda, China seguirá apostando a sus fortalezas para ganar una rivalidad tecnológica que podría moldear el futuro del panorama tecnológico global.
