El presidente electo Donald Trump ingresará a la Casa Blanca con promesas de campaña que apuntan a remodelar la industria automotriz estadounidense, como prometer atacar las políticas de vehículos eléctricos de la era Biden y imponer aranceles para expandir el trabajo en las fábricas en Estados Unidos.
Durante su primer mandato, Trump se interesó especialmente en el negocio automotriz, ya sea reprendiendo a los ejecutivos por fabricar automóviles en México o extendiendo ramas de olivo, como flexibilizando las regulaciones de eficiencia de combustible.
En la campaña de este año, Trump dijo que utilizaría aranceles para reducir las importaciones y crear empleos en las fábricas. También criticó el gasto gubernamental en vehículos eléctricos, lo que generó preocupación entre los ejecutivos automotrices sobre el destino de decenas de miles de millones de dólares en dinero de impuestos federales destinados a apoyar los vehículos eléctricos.
Para los compradores de automóviles, aranceles más amplios podrían generar precios más altos y un cambio en los tipos de vehículos disponibles en los lotes de autos nuevos, dicen los analistas. Por otro lado, Trump ha propuesto hacer que los préstamos para automóviles sean deducibles de impuestos para mejorar la asequibilidad.
Para los ejecutivos del sector automovilístico, la falta de claridad sobre los planes de Trump pesa mucho. El ping-pong entre presidentes demócratas y republicanos durante la última década ha obligado a los fabricantes de automóviles a lidiar con regulaciones cambiantes sobre emisiones de escape y reglas de eficiencia de combustible.
Un comodín que eclipsa todo el cambio potencial es el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, quien surgió como uno de los principales asesores y donantes de Trump durante la campaña y fue elegido por el presidente electo para ayudar a liderar un esfuerzo para recortar el gasto gubernamental y reestructurar las agencias federales. Si bien algunos de los intereses de Musk se superponen con los de los fabricantes de automóviles tradicionales, también divergen de manera significativa.
Para los inversores de Tesla, la apuesta de Musk por Trump ha dado sus frutos hasta ahora: desde el día de las elecciones, las acciones del fabricante de vehículos eléctricos han subido casi un 30%.
A continuación se presentan algunas formas en que se espera que la presidencia de Trump afecte a los fabricantes y compradores de automóviles.
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