Mantener la competitividad es fundamental para el futuro de Europa. Necesitamos un crecimiento económico más rápido y una mayor productividad para proteger la calidad de vida de los europeos, desde sus empleos e ingresos hasta su seguridad y bienestar.
Por eso Europa debe actuar. Nuestra competitividad está en riesgo. Mientras se desarrolla una revolución global en materia de inteligencia artificial, la UE podría encontrarse al margen. Nuestros campeones tradicionales de la industria manufacturera están perdiendo participación en el mercado mundial. Los cambios geopolíticos están convirtiendo las dependencias en vulnerabilidades y agobiando a nuestras empresas con altos precios de la energía.
Europa debe encontrar y encontrará su lugar en este nuevo mundo. Las perspectivas para nuestro continente son mejores de lo que parecen. La UE tiene puntos fuertes sobre los que puede construir y un plan para corregir sus debilidades.
Europa tiene fundamentos económicos sólidos. Contamos con instituciones regidas por el Estado de derecho y un banco central independiente comprometido con la estabilidad de precios. La inflación está volviendo al objetivo del 2% del BCE, lo que permite que los costos de endeudamiento caigan. Las deudas y los déficit públicos son más bajos que en otras economías importantes.
Europa también tiene los ingredientes necesarios para ponerse al día en la carrera tecnológica. La UE produce casi tantos graduados en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por millón de habitantes como Estados Unidos. Ese talento genera muchas ideas: la participación de Europa en las concesiones de patentes globales es cercana a la de Estados Unidos. Y tenemos el dinero para financiarlas, ya que los hogares ahorran alrededor de 1,3 billones de euros cada año.
Tenemos la oportunidad de reducir los precios de la energía de manera duradera. El cambio hacia fuentes de energía limpias, seguras y de bajo costo está en marcha: para 2030, más del 40% de nuestro consumo energético provendrá de energías renovables. Y estamos bien posicionados para convertirnos en un centro mundial de innovación en tecnologías limpias, especialmente ahora que algunos países emprenden el camino en otra dirección.
Mientras otros países deben reducir su dependencia mediante el fortalecimiento de su capacidad interna, la UE puede elegir entre un conjunto más amplio de opciones gracias a su posición única en el comercio mundial. Somos el principal socio comercial de más de 70 países y seguimos cerrando nuevos acuerdos, el más reciente con 400 millones de latinoamericanos. Y en un acuerdo con la UE, lo que se ve es lo que se obtiene.
Pero estas fortalezas no sirven de nada si Europa se ve limitada por sus debilidades.
Necesitamos un cambio profundo en tres frentes.
En primer lugar, tenemos que hacer que la UE sea un lugar más fácil para que las empresas innovadoras crezcan. Sólo un tercio de las patentes universitarias en Europa se comercializan, mientras que las empresas que intentan expandirse en nuestro mercado único se enfrentan a muchas barreras internas. A pesar de nuestros ahorros, los empresarios carecen de acceso al capital de riesgo, porque los mercados de capitales todavía están demasiado fragmentados.
En segundo lugar, tenemos que hacer de Europa un mejor lugar para invertir. Dos de cada tres empresas de la UE afirman que la regulación es un obstáculo clave para la inversión, mientras que solo el 14 por ciento de ellas utiliza inteligencia artificial. Las empresas aún enfrentan largos procedimientos de autorización, onerosos requisitos de presentación de informes y una aplicación divergente de las normas digitales.
En tercer lugar, tenemos que abaratar la actividad empresarial en Europa, especialmente en términos de costes energéticos. Si bien el cambio hacia las energías renovables crea buenos puestos de trabajo y fortalece la seguridad y la independencia energéticas, también conlleva una mayor intermitencia y mayores pérdidas de energía debido a las restricciones. Para que los beneficios de la descarbonización se reflejen en las facturas de las empresas, necesitamos inversiones masivas en redes y almacenamiento y un diseño de mercado más inteligente.
Europa ha captado el mensaje. Esta semana, la Comisión Europea presentó su Brújula de Competitividad, que establece propuestas ambiciosas para abordar estas deficiencias. A partir de ahora, la UE se esforzará no solo por reducir las barreras a las que se enfrentan las empresas, sino también por garantizar que dispongan de los recursos que necesitan para prosperar aquí, ya sean financieros, informáticos, energéticos o cualificados.
Por ejemplo, la Comisión propondrá un régimen denominado “28º” para las empresas innovadoras, que les permitirá beneficiarse de un marco jurídico único en toda la UE para aspectos del derecho corporativo, la insolvencia, el derecho laboral y la fiscalidad. Lanzará un plan para una Unión de Ahorros e Inversiones, que garantizará que las empresas innovadoras puedan encontrar el respaldo financiero que necesitan.
La UE también dará a las empresas acceso a nuestra red de supercomputadoras, líder mundial, lo que ayudará a desarrollar nuevas tecnologías avanzadas y a difundir la IA más rápidamente entre los líderes establecidos. El BCE también desempeñará su papel manteniendo a Europa a la vanguardia de las tecnologías de pago digital, incluso a través del proyecto del euro digital.
Paralelamente, se aligerará la carga regulatoria gracias a un esfuerzo de simplificación sin precedentes que comenzará el mes próximo, que incluirá una simplificación de gran alcance de la legislación sobre informes y debida diligencia en materia de finanzas sostenibles, y se reducirán los precios de la energía mediante una serie de medidas para integrar los mercados, aumentar la energía contratada y reducir los impuestos.
Esto es sólo una pequeña muestra de lo que nos espera. Las empresas y los hogares quieren ver acciones, y se avecina una oleada de acciones. Ya no podemos desperdiciar nuestras fortalezas con obstáculos autoimpuestos. Hay demasiado en juego. Estamos dispuestos a hacer lo que sea necesario para que Europa vuelva a encarrilarse.
Fuente: https://www.ft.com/content/fba6b27a-3a72-4451-8c75-ea8533c62681?shareType=nongift