A veces, las cosas parecen tan claras que inspiran canciones. Pero el tiempo da y quita razones. Ni el vídeo mató a la estrella de la radio, ni la digitalización de la economía ha acabado con el papel, el cartón y la producción de celulosa. The Buggles no tenían razón y el uso de las tecnologías de la información en los procesos de producción, comercialización y consumo no ha acabado con la necesidad de envolver, empaquetar o —aún— atender a la industria editorial. Así que a la industria del papel le va como siempre: bien y mal. Es algo que merece una explicación. Según la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papel y Cartón (Aspapel), la industria facturó en 2022 como nunca —6.991 millones, cifras dignas de la industria aeroespacial— y el consumo de 8 y cartón creció un 2%. Al mismo tiempo, la producción se redujo. Un 4,6% en papel y cartón y más de un 13% en celulosa.
“Nuestro sector batió un nuevo récord de facturación”, asegura Manuel Domínguez, director general de Aspapel, “pero este incremento se debió precisamente a la inflación y al alza de costes a lo largo de toda la cadena de valor, por lo que el aumento no se tradujo en un incremento de los beneficios para las empresas de la industria”. Una muestra: Miquel y Costas, una de las grandes, facturó el pasado año 337 millones, un 12% más, pero ganó 31,6 millones, un 38% menos. En el primer semestre de 2023, las cosas van mejor —menos facturación pero más beneficios—. El presidente de Miquel y Costas, Jordi Mercader, es optimista: “El grupo culminará este año su plan inversor de 100 millones de euros para el periodo 2021-2023 y trabaja en el del siguiente trienio, que, como mínimo, igualará esa cantidad”.
La realidad, aseguran en el sector, es que la producción de papel y cartón suele estar a la zaga del crecimiento del PIB mundial; y aunque el sector resistió la caída de 2020 un poco mejor que otros debido principalmente al aumento de la demanda del comercio electrónico, su recuperación ha sido menos rápida que la tasa de crecimiento global. En España, la industria trata de abrir senda con un esfuerzo de transformación. Con ese fin, detalla Domínguez, “las empresas dedican gran parte de la facturación a I+D, hasta un 7%”. Empresas clave en el sector como Ence, con una pata en la producción de materia prima, celulosa, y otra en la producción de electricidad con biomasa —gestiona ocho plantas con 266 MW—, describe así la situación. “En este momento”, explican fuentes de la compañía que preside Juan Luis Arregui, “el precio de la celulosa ha comenzado a recuperarse después de la corrección sufrida durante la primera mitad de 2023″. Aunque la falta de materia prima —explotaciones de madera sostenible— “limita el desarrollo de nuevos proyectos”.
Fuente: https://elpais.com/economia/negocios/2023-10-17/el-papel-resiste-en-la-era-digital.html