La Asociación Canadiense de Industrias Marinas y Construcción Naval (CMISA) hizo un llamado esta semana al gobierno canadiense para que imponga un arancel del 100 por ciento a los barcos construidos en China como un paso para proteger las capacidades internas y la seguridad nacional. La medida se produce después de que Canadá anunciara un arancel similar sobre los vehículos eléctricos fabricados en China y mientras Estados Unidos también está revisando una queja comercial de sus sindicatos presentada contra la industria de construcción naval china.
El grupo de presión canadiense destaca que la industria de construcción naval de China es parte de una doctrina de fusión civil-militar en la que sostienen que las exportaciones de buques comerciales están subsidiadas para fortalecer las capacidades militares del país. Destacan que los mismos astilleros que producen ferries y buques de carga para el mercado mundial también se utilizan para construir buques de guerra.
China ha ampliado rápidamente sus capacidades de construcción naval y hoy domina los pedidos de buques comerciales. Corea del Sur es el único competidor significativo que todavía puede registrar en algunos meses el mayor valor de los pedidos. Sin embargo, según datos de Clarkson Research, China atrajo el 63 por ciento del número total de barcos pedidos hasta ahora en 2024, frente a solo el 23 por ciento de la industria surcoreana. Japón ocupa un distante tercer lugar en cuanto a pedidos de barcos comerciales.
CMISA en su comunicado alude a la expansión naval de China y a sus enredos con sus vecinos, así como a incursiones más distantes como en el Ártico. Señalan informes de que se han visto barcos chinos en las aguas árticas de Canadá.
‘CIMSA pide una acción inmediata y decisiva’, dijo la asociación comercial en su comunicado. ‘Recomendamos la imposición de una sobretasa del 100 por ciento a todos los barcos construidos en China importados a Canadá y exigimos una prohibición clara a cualquier entidad gubernamental o corporación de la Corona de adquirir o arrendar barcos construidos en China’.
El llamamiento destaca a Marine Atlantic, de propiedad y financiación estatal del gobierno canadiense, por su reciente introducción de un ferry construido en China y fletado al grupo Stena de Suecia. El buque que fue construido en Weihai, China, tiene un contrato de arrendamiento de cinco años para operar en la costa atlántica de Canadá y Marine Atlantic tiene una opción de compra.
El grupo acusa a la empresa de utilizar esta estructura para ‘evadir el escrutinio público y las preocupaciones éticas’. Piden a la empresa que utilice el período de fletamento de cinco años para trabajar con la industria canadiense para diseñar y construir un buque nacional en lugar de comprar finalmente el barco construido en China.
El comunicado afirma que es “imperativo que el gobierno adopte estas medidas para proteger las industrias canadienses”.
En Estados Unidos, una coalición de sindicatos importantes presentó una queja comercial contra la industria de construcción naval china, acusándola de prácticas comerciales desleales, subsidios y otras violaciones. Esta queja aún está bajo revisión por parte del Representante Comercial de Estados Unidos para posibles acciones punitivas. China respondió enojada a la queja diciendo que no se basaba en hechos y que los problemas en la industria estadounidense estaban más profundamente arraigados y no eran culpa de China.
El grupo comercial canadiense alude a preocupaciones sobre las condiciones laborales y los estándares ambientales, pero se centra en lo que dice son las capacidades de las empresas canadienses. Reiteran las preocupaciones de seguridad nacional y la necesidad de proteger la industria nacional. El gobierno canadiense está emprendiendo una estrategia masiva de construcción naval en colaboración con tres importantes astilleros para construir nuevos buques gubernamentales para la marina, la guardia costera y los rompehielos antárticos. El programa en curso es parte de un esfuerzo para apuntalar las capacidades de construcción naval de Canadá, mientras que Canadá, Finlandia y Estados Unidos también anunciaron una nueva cooperación para apoyar el desarrollo de rompehielos.
