El Instituto de Finanzas Internacionales, que agrupa a los principales bancos del mundo, estima que la deuda mundial suma en lo que va de año 257 billones de dólares, frente a los 253.6 billones de dólares que registró en el primer trimestre de 2019. La cifra representa a alrededor de 32.500 dólares por cada una de los 7.700 millones de personas en el planeta y más de 3,2 veces la producción económica anual del mundo.
En el contexto actual la atención mundial se concentra en aplanar la expansión del coronavirus con el aislamiento social obligatorio. La consecuencia de esa estrategia médica en el frente económico es una profunda recesión. Los países emergentes acumulan deuda por 72.5 billones de dólares (223% del PIB de esas economías), mientras que los países desarrollados registran una deuda de 180,1 billones (383% de su PIB).
La actual vulnerabilidad financiera sistémica es anterior a la pandemia de coronavirus, sólo que ahora queda expuesta en su forma más fulminante. En octubre pasado, el FMI presentó el último reporte de Estabilidad Financiera Global advirtiendo acerca de la fragilidad del sistema financiero mundial por el aumento de la carga de la deuda corporativa, el incremento de las tenencias de activos más riesgosos y líquidos por parte de inversores institucionales, y por la creciente dependencia de los préstamos externos de los países emergentes.
El cisne negro de la pandemia coronavirus es un shock extraordinario por la coincidencia de varios factores: la clausura casi total de actividades productivas y comerciales en más de la mitad de la economía mundial; el consiguiente derrumbe del precio del petróleo, caída que se produjo casi en simultáneo con el hundimiento de los mercados de capitales y bursátiles; el derrape de esos mercados está provocando la parálisis del crédito y, por lo tanto, también la cancelación de intereses y capital de deudas.
Por otro lado, el escenario de fragilidad financiera, aislamiento social obligatorio y freno a los motores de la producción y el comercio, si se extiende en el tiempo, derivará en el colapso todavía más de las cadenas de abastecimiento global. El saldo de este cataclismo es un alza abrupta del desempleo y del malestar social.
Esta secuencia es la tormenta perfecta del caos económico. Los paquetes de ayuda anunciados por los gobiernos e instituciones internacionales serán insuficientes para rescatar la economía mundial, afectada por la caída de los precios de materias primas y de las exportaciones, lo que implicará un detrimento en la disponibilidad de divisas, y el derrumbe de la actividad interna.
Mientras el virus se extiende a nuevos países y se hace fuerte en los que ya está presente, distintos organismos publican pronósticos para esbozar una cifra al impacto económico. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) es uno de ellos. La OIT, con sede en Ginebra, ha hecho público recientemente un informe en el que alerta de que entre 5.3 y 24.7 millones de puestos de trabajo están en riesgo por el coronavirus. La cifra exacta dependerá de la caída del crecimiento del PIB, que la organización calcula entre un -2% y un -8%. Según datos del organismo, la recesión global de 2008-2009 se llevó consigo un total de 22 millones de puestos de trabajo en el mundo.
Situación en América Latina
El total de casos confirmados de COVID-19 en toda Latinoamérica y el Caribe ya sobrepasa los 16 mil y se han registrado 419 muertes. Brasil es el país más afectado por esta pandemia en la región, con más de cuatro mil positivos. La lista de naciones con mayor número de personas contagiadas con el virus en América Latina la continúan Chile (2.449), Ecuador (1.966), México (1.094), Panamá (1.075) y Argentina (966).
Si bien los periodos de cuarentena y otras medidas de restricción social resultan ineludibles para contener la propagación de esta enfermedad, sectores como el turismo, la gastronomía, el comercio y la logística han sido fuertemente afectados por este freno de actividad.
Según las estimaciones de la empresa de servicios financieros Goldman Sachs, en muchos países latinoamericanos la coyuntura económica empeorará a causa de la pandemia del coronavirus. De acuerdo con las últimas previsiones del 18 de marzo, se espera que el producto interno bruto (PIB) de México se contraiga en un 1,6%. En diciembre pasado las perspectivas eran más favorables, ya que se preveía que su PIB crecería un 1% en 2020.
Argentina y Ecuador serán las que más se contraerán este año con una disminución del PIB del 2,5% y 2,7%, respectivamente. No obstante, las perspectivas de crecimiento de Brasil, Colombia y Perú son las más perjudicadas por esta crisis mundial, ya que el aumento previsto de su PIB fue reducido en al menos tres puntos porcentuales con respecto a diciembre de 2019.