El brote del virus respiratorio que comenzó en China conocido como COVID-19 y que se extendió rápidamente por todo el mundo ha ocasionado una pandemia global. Actualmente, como consecuencia del estallido de dicha epidemia, se asoma una crisis económica y financiera que, sin lugar a dudas tendrá impactos negativos para la economía mundial. Sin embargo, no todos los panoramas parecen ser del todo adversos, pues ante la inminente cuarentena que obliga el COVID-19, los niveles de contaminación –en el aire y agua– en diferentes partes del mundo han disminuído drásticamente.
A medida que las personas, empresas y Gobiernos están cambiado sus comportamientos y patrones cotidianos para contener (o evitar) el virus, también se han producido efectos en el medio ambiente que están siendo inesperadamente beneficiosos. La reducción en el número y frecuencia de vuelos entre muchos destinos en todo el mundo, o la suspensión de grandes concentraciones y eventos deportivos, sociales y culturales, así como las precauciones a las que se están sometiendo los ciudadanos en sus movimientos particulares, está trayendo como consecuencia una clara bajada en el nivel de emisiones de gases contaminantes.
Ya que el avance del COVID-19 ha llevado a medidas que restringen la vida ordinaria y que han impuesto una cuarentena a nivel mundial, se han registrado dramáticas caídas en la contaminación del aire en China. Los mapas de la NASA y los satélites de la Agencia Espacial Europea (ESA) muestran que la disminución de los niveles de dióxido de nitrógeno (NO2) avanzan de manera veloz pocas semanas después de que el país fuera puesto en cuarentena. El dióxido de nitrógeno se libera cuando se quema combustible; práctica que ha disminuido en gran manera desde el brote.
En países como China, la actual crisis de salud ha frenado las emisiones, causando una caída significativa en la contaminación del aire y dando como resultado una mejor calidad del mismo. Esta reducción del NO2 se vio por primera vez cerca de Wuhan, China, pero finalmente se extendió por todo el país, según la NASA. Los científicos preveen que un aire más limpio proporcione alivio al medio ambiente y a los ciuddamos mientras el gobierno intenta controlar el virus, que afecta de manera directa los pulmones.
El economista de recursos ambientales de la Universidad de Stanford, Marshall Burke, hizo algunos cálculos sobre la reciente caída de la contaminación del aire en partes de China. Según Burke, el descenso es de un cuarto a un tercio en algunos lugares en comparación con los niveles del año pasado. Los dos meses de reducción de la contaminación, calcula Burke, probablemente han salvado la vida de 4 000 niños menores de 5 años y 73 000 adultos mayores de 70 años en el país asiático.
Según la Organización Mundial de la Salud, alrededor del 91% de la población mundial vive en lugares donde los niveles de calidad del aire exceden los límites aceptables. A nivel global, esto da como resultado unas 4,2 millones de muertes prematuras anualmente, según las estadísticas de 2016.
Por otra parte la Agencia Espacial de la Unión Europea afirma que sus satélites de observación de la Tierra han detectado una reducción significativa del contaminante NO2 en el norte de Italia. Aunado a ello, el Servicio de Monitoreo de la Atmósfera de Copérnico –que pertenece a la Agencia– informó que con los “cambios abruptos en los niveles de actividad” en el norte de Italia, ha seguido una “tendencia de reducción” de dióxido de nitrógeno durante las últimas cuatro o cinco semanas.
El nivel de contaminación atmosférica en la capital de España se ha reducido en un 35%, lo cual ha mejorado la calidad del aire y, de acuerdo con National Geographic, en Barcelona los datos de la Generalitat indican que las concentraciones de NO2 se redujeron a la mitad tras sólo tres días de confinamiento.
Es importante mencionar que la gran mayoría de las emisiones de este gas son generadas por actividades humanas como el tráfico –especialmente la quema del combustible tipo diesel–, la producción de energía, la calefacción residencial y la industria. Por lo tanto, en términos medioambientales, resulta más que benéfica esta limitación o pausa a nuestras actividades diarias. Adicionalmene, vale la pena recordar que, incluso en ausencia de COVID-19, los altos niveles de NO2 perjudican la salud de quienes lo respiran al inflamar las vías respiratorias.
La falta de actividad también se revela de otras formas sorprendentes. Los residentes de Venecia han notado que el agua está más clara ahora que la ciudad está cerrada. Incluso se han visto peces en los canales, lo cual es inusual en aguas normalmente llenas de sedimentos agitados por tanto tráfico del canal.
Según cálculos del Centro de Investigación en Energía y Aire Limpio (CREA) en Estados Unidos, el cierre de fábricas y comercios en China, al igual que las restricciones de traslados aéreos impuestas (se estima que entorno al 5% de la contaminación del mundo pertenece a los aviones) ha producido una disminución en las emisiones de CO2 de, al menos, un 25%, debido a reducción en el consumo de combustibles fósiles como petróleo, gas o carbón, entre otros, una cifra que representa, a nivel global, una reducción del 6% aproximadamente.
Ante la creciente crisis de salud que representa el brote del COVID-19, es de suma importancia que este tipo de decisiones –cerrar ciudades, mantener a la población en cuarentena obligatoria y con ello limitar el uso de vehículos contaminantes– sean tomadas por parte del gobierno mexicano lo más pronto posible, pues en nuestro país, y más específicamente en la Ciudad de México, la calidad del aire presentaría una mejoría casi inmediata. Con la adopción de dichas medidas, podríamos en poco tiempo ser testigos de avannces en ámbitos de gran importancia como la contaminación, medio ambiente, calidad del aire y salud.
Vivimos un momento crucial en el que lo más urgente es detener la pandemia que avanza en muchos países del mundo. Pero cuando todo esto termine, tendremos que mirar en retrospectiva, y analizar todo lo que nos jugamos al no tomar medidas a tiempo para atender la emergencia climática que sigue estando ahí y nos asecha desde mucho antes que el coronavirus. La manera en la que el mundo está reaccionando para contener y terminar con el virus podría ser una lección ejemplar para afrontar la lucha contra el cambio climático.