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El apoyo a migrantes y remesas mientras que el COVID-19 continúa

11 septiembre, 2020

Saad Noor Quayyum y Roland Kangni Kpodar

Así como el COVID-19 ha impactado de manera disproporcional a algunas comunidades más que a otras, globalmente, el virus ha tenido un impacto negativo sobredimensionado en los trabajadores migrantes.

Quizá sorprendentemente, a pesar de la triste experiencia de los trabajadores extranjeros durante la pandemia, el efecto de las remesas – el flujo de dinero que envían de vuelta a casa – se ha mostrado en muchos casos resistente. Pero esa tendencia aún puede cambiar.

“Las remesas a menudo se mantienen en respuesta a crisis adversas en los países receptores.Remittances often hold up in response to adverse shocks in recipient countries.”

La difícil situación del trabajador migrante

Al despertar de la pandemia, muchos trabajadores extranjeros perdieron sus empleos, y los reportes mostraron a lo amplio empleados extranjeros recientemente despedidos y varados en los países de acogida sin medios para regresar a casa.

Los migrantes, muchos de los cuales son indocumentados, a menudo enfrentan una carga más pesada que un trabajador local en cuanto pierdan sus empleos. A menudo carecen de acceso a redes de seguridad social o controles de estímulo, que brindan un colchón a sus contrapartes locales. Esto es especialmente el caso para los indocumentados o aquellos con visas de trabajo temporales.

A la vez, muchos trabajadores migrantes tienen acceso limitado o a cuidado de la salud o no tienen acceso alguno. Viviendas llenas de gente, junto con condiciones de trabajo pobres, los ponen en mayor riesgo de contraer el virus.

También pueden vivir con miedo de ser deportados ya que varios países han endurecido las normas de inmigración debido al brote de coronavirus.

Perspectiva de las remesas

No es sorprendente que se esperaba que las remesas recibieran un golpe de la pandemia a medida que los países que emplean grandes cantidades de trabajadores extranjeros entraron en recesión. Además, los cientos de miles de trabajadores migrantes empleados en países importantes en la producción de petróleo también sufrieron repercusiones por la caída de los precios del petróleo, lo que lastró las perspectivas de los países del Consejo de Cooperación del Golfo y Rusia.

Las remesas enviadas de vuelta por migrantes son una fuente importante de financiamiento externo. En 57 países, excedió 5 porciento del PIB el año pasado. El dinero fue en mayor parte a hogares de bajos ingresos. En el contexto de la actual crisis sanitaria, la necesidad de esos ingresos es aguda.

En abril, el Banco Mundial estimó que las remesas caerían en 20 porciento en países de bajos y medianos ingresos. Esto es ampliamente consistente con proyecciones derivadas de aplicar la elasticidad de remesas al crecimiento – observado durante la crisis financiera del 2008 – a los pronósticos de junio 2020 de la Perspectiva Económica Global del Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, el crecimiento se mantuvo razonablemente fuerte en países en desarrollo de bajos ingresos durante la crisis financiera, así que la necesidad de remesas en países beneficiarios no era tan urgente como lo es ahora.

A pesar del coronavirus y su probable impacto en las remesas, la imagen no es incondicionalmente poco prometedora. Las remesas a menudo se sostienen en respuesta a crisis adversas en países beneficiarios. Esto posiblemente explica por qué se pudieron recuperar rápidamente en muchos países en la primera mitad del año. (véase abajo)

Mientras que hay mucha diversidad, las remesas cayeron por mucho en marzo, luego se comenzaron a estabilizar en mayo antes de recuperarse. Este patrón estuvo ampliamente alineado con el rigor de las políticas de contención del virus en países avanzados donde medidas estrictas fueron implementadas en marzo y se fueron lentamente relajando en mayo.

La recuperación de las remesas podría deberse a una mayor necesidad de enviar dinero a las familias a medida que los países que reciben las remesas ahora batallan con la pandemia (véase abajo) y colapsan en demanda externa. Esto ilustra el papel contracíclico de las remesas. Pero, si los migrantes están sumergiéndose en sus escasos ahorros para mantener a sus familias en casa. Esto podría no ser sostenible a la larga, especialmente si la recesión en las economías anfitrionas se vuelve prolongada. Un segundo brote de coronavirus en la última parte del año en economías anfitrionas, por ejemplo, podría poner en peligro los flujos de remesas.

Ahora, más que nunca, las respuestas políticas adecuadas y oportunas por parte de los países emisores y receptores de remesas son críticas para ayudar a los trabajadores migrantes. Los trabajadores extranjeros a menudo desarrollan papeles esenciales – en cuidado de la salud, agricultura, producción y procesamiento de alimentos – y con frecuencia ponen en riesgo sus vidas para realizar estas labores.

  • Los países anfitriones podrían asegurar que todos los migrantes tengan acceso a servicios de salud, y bienes y servicios básicos. Ha habido algunos pasos positivos en esta área: todos los migrantes y solicitantes de asilo fueron temporalmente concedidos los derechos de ciudadanía en Portugal. Italia anunció planes de permisos de trabajo temporales para más de medio millón de migrantes indocumentados considerados esenciales para cosechar cultivos y cuidar de los mayores. El estado de California ha contribuido $75 millones a un fondo de $125 millones para proporcionar $500 para apoyar a cada trabajador indocumentado.
  • En casa, las autoridades en países que envían trabajadores al extranjero podrían mejorar el apoyo para hogares vulnerables, especialmente en aquellos países en donde la caída de remesas ha sido más severa. A medida que las remesas se acaban, las transferencias de dinero y la ayuda alimentaria bien dirigida puede ser especialmente de ayuda para proteger familias pobres, y aquellos en riesgo de caer en lo pobreza de nuevo.

Los migrantes que vienen de regreso podrían necesitar capacitación para ser reabsorbidos en el mercado laboral. El acceso a crédito puede ayudarlos a emprender un negocio en donde las oportunidades en el mercado laboral formal son limitadas.

  • La tecnología también podría ser apalancada para el beneficio de trabajadores migrantes y sus familias. Por ejemplo, la tecnología digital y los sistemas de pago móviles podrían ser utilizados para facilitar y bajar el costo de enviar y recibir remesas. El costo promedio de enviar remesas fue de aproximadamente 7 porciento en el primer cuarto del 2020. Reducir este costo ahora regresaría una cantidad significante de dinero a los pobres.

Los gobiernos podrían modificar las regulaciones para facilitar los flujos mientras que se minimizan los riesgos de uso inapropiado. Relajar capas sobre cuanto se puede transferir digitalmente (mediante teléfonos móviles, por ejemplo) puede ser de ayuda. Proporcionar incentivos de impuestos a proveedores de servicios de transferencia de dinero para compensar la reducción de tarifas, como lo hizo Pakistán durante la Crisis Financiera Global puede ser una movida inteligente. Esquemas como el 2 por ciento de reembolso en efectivo para remitentes instituido por Bangladesh puede respaldar aún más el flujo de remesas. Incrementar la competencia de mercado entre los proveedores de servicios de remesas puede también bajar el costo.

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