Directrices inconsistentes y mal informadas socavan el sistema financiero
Hay una falla fatal en el corazón de los enfoques de la solidez bancaria que buscan asegurarse contra la insolvencia exigiendo a los bancos que mantengan capital suficiente para cubrir cualquier riesgo que el regulador considere posible.
El capital bancario es la diferencia entre el valor de los activos y el valor de los pasivos, ambos determinados en el mercado. En tiempos de crisis financiera, los mercados suelen fallar y los precios caen precipitadamente. Por lo general, no será el caso que los cambios de precios afecten por igual a ambos lados del balance de cualquier banco. Si la caída en el precio de los activos reduce suficientemente su valor total en relación con sus pasivos, el banco se enfrenta a la insolvencia, sin importar cuán grande sea su stock de capital.
Este es el fenómeno que hemos visto en las sensacionales quiebras financieras de FTX, Silicon Valley Bank y Credit Suisse. Cualquiera que sea la fuente de preocupación, es la pérdida de valor de los activos lo que desencadena la quiebra de la institución.
El apoyo rápido e incondicional del regulador es la mejor respuesta al fracaso de cualquier institución financiera cuyas interrelaciones nacionales e internacionales puedan desencadenar una aprensión generalizada sobre la solidez bancaria. Cualquier cosa menos y las autoridades reguladoras corren el riesgo de perder credibilidad, como lo demuestran las circunstancias recientes. Naturalmente, dicho apoyo debería tener lugar simultáneamente con la asunción de la gestión del banco y el inicio de un proceso de resolución.
En mi nuevo libro, ‘Desarrollo y Estabilización en Pequeñas Economías Abiertas: Teorías y Evidencia de la Experiencia del Caribe’, hago algunas observaciones clave en esta área.
En primer lugar, el impacto de la inestabilidad financiera en el bienestar nacional, reflejado en el índice de desarrollo humano, no tiene una importancia duradera siempre que se tomen medidas para resolverlo.
Existe una narrativa generalizada, pero falsa, que dice que la crisis financiera de 2008 fue el resultado de la falta de atención de los supervisores globales. Por el contrario, la crisis fue desencadenada por un conjunto de relaciones entrelazadas, información incompleta y decisiones mal coordinadas en circunstancias sin precedentes. Este evento no podría haberse anticipado, sin importar cuán intrusiva pudiera haber sido la supervisión financiera.
Las pruebas de estrés y evaluaciones similares de la solidez financiera a menudo se utilizan de manera indebida. En cambio, el enfoque recomendado implica un conjunto de pruebas interdependientes que juntas dan una imagen exhaustiva de la salud del sector financiero. Estos incluyen una previsión macroeconómica, una previsión de los principales agregados del sector financiero derivada de la previsión macroeconómica y pruebas de estrés progresivas de las entidades financieras, tomando como referencia la previsión financiera. Para completar, el análisis debe extenderse para evaluar los riesgos de contagio interbancario y los efectos secundarios de los cambios en los balances de los hogares y las empresas.
Hay una confianza excesiva en listas elaboradas de estándares y códigos de juicio para la supervisión bancaria, anti-lavado de dinero, cumplimiento tributario y conducta financiera, evaluados por metodologías complicadas y en gran parte defectuosas. Estas directrices son administradas por diferentes organismos en diferentes momentos, utilizando criterios muy diferentes. Los recursos de habilidades, finanzas y tiempo dedicados a revisiones de estándares y códigos, revisiones por pares de regímenes fiscales y evaluaciones de medidas para combatir el lavado de dinero y la trata de personas son enormes, tanto por parte de los reguladores nacionales e internacionales como de las instituciones financieras encuestadas.
Finalmente, las comunicaciones modernas han socavado el debido proceso de maneras que excluyen la posibilidad de equidad y el estado de derecho en las finanzas internacionales.
Este caos de pautas, evaluaciones y sanciones inconsistentes, mal informadas y en gran parte impulsadas políticamente da lugar a un sistema financiero internacional que es posiblemente más frágil y menos capaz de detectar y reaccionar rápidamente a las crisis que en 2007-08. Es un sistema notablemente menos eficiente, menos equitativo y menos inclusivo.
El Fondo Monetario Internacional debe estar en el centro de los arreglos para la supervisión financiera internacional. Su directorio es completamente representativo, incluso si necesita una reforma, para reflejar el peso económico y financiero de los miembros, y cuenta con un personal numeroso y talentoso dedicado al análisis y vigilancia del sistema monetario, financiero y cambiario internacional. Eso no perfeccionaría el sistema de vigilancia financiera internacional, pero es un pequeño paso en la dirección correcta.
DeLisle Worrell fue ex gobernador del Banco Central de Barbados. Es miembro del Consejo de Política Financiera de las Bermudas, el Comité de Bretton Woods y el Colegio de Banqueros Centrales.
FUENTE: https://www.omfif.org/2023/03/capital-adequacy-approach-to-bank-soundness-is-fundamentally-flawed/?utm_source=OMFIF+update&utm_medium=email&utm_campaign=OMFIF+update