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jueves, diciembre 26, 2024
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Carrera contra el reloj de la industria de autopartes mexicana

China es el segundo socio comercial de México (por detrás de Estados Unidos) en la cadena de autopartes automotriz. De acuerdo con los últimos datos del Central Intelligence Agency The World Factbook, en 2018 China despachó un aproximado de USD 35,000 millones en componentes automotrices. Ese mismo año México recibió USD 2,300 millones en autopartes, situando al país asiático como el segundo mayor proveedor de esta industria para nuestras empresas, después de Estados Unidos. Al cierre de 2019, México importó 8000 millones de dólares de autopartes de China, lo que representó el 14.5% de todas las compras que la industria nacional realizó al exterior.

La economía de China ha expandido vertiginosamente su participación en el comercio exterior mexicano, lo que ha impactado significativamente tanto en la balanza comercial como en la cuenta corriente de la economía mexicana. Asimismo, el gigante asiático ha incrementado sustancialmente sus exportaciones manufactureras, y se ha convertido en un sustancial importador de insumos primarios a escala mundial. La expansión de las exportaciones chinas ha convertido a esta economía en un serio competidor de las exportaciones manufactureras de economías en desarrollo, como la mexicana. China ha pasado a ser el socio comercial de México con el mayor superávit comercial.

La relación comercial de 45 años entre ambas naciones incluye la presencia de las más importantes empresas de ambos países en sus respectivos territorios. Desde que existen registros oficiales (1993), México siempre ha tenido déficit comercial con China, es decir, le compra más de lo que le vende. El amplio déficit comercial que México mantiene con China, el cual fue de 64 mil millones de dólares en 2016, contrasta fuertemente con los bajos niveles de participación de la inversión china como porcentaje total de los flujos de Inversión Extranjera Directa (IED). Entre 1999 y 2014, China contribuyó con apenas 0.1% de la inversión extranjera que llegó a México.

El intercambio comercial entre México y China alcanzó en 2019 un valor de 100,000 millones de dólares, no obstante, hay una amplia disparidad entre el valor de importaciones y exportaciones, que implica una proporción cercana de 8 a 1.

El país ha optado por una política de apertura comercial hacia China, pero ha limitado sistemáticamente su injerencia en la provisión de IED. Entre 2003 y 2017, China invirtió en América Latina 110,000 mdd; más de la mitad de esos desembolsos ocurrió en los últimos cinco años, según datos del National Bureau of Statistics of China (NBSC). En contraparte, el flujo de la IED proveniente de China a México sumó 871.3 mdd en 2018, es decir, solo 0.6% de la inversión que entra al país.

En el contexto actual ante la crisis sanitaria que vive el mundo, habrá disrupciones en la cadena de suministros. Los números mencionados de operaciones entre México y China dejan como clara reflexión que México y América Latina serán, en ese orden, receptores de Inversión Extranjera Directa e Indirecta, ya que los inversores de Asia, especialmente China con su expertis de eficiencia, serán los únicos que saldrán de la mano de sus clientes a buscar localización en terceros países, toda vez que su eficiencia, costo, tiempo y entrega es inigualable. Ninguna empresa se aventurará a experimentar nuevos proveedores en terceros países si no es de la mano de los asiáticos. América Latina y México deberán estar preparados a esta nueva tendencia del comercio internacional.

En lo que va del presente siglo la industria automotriz mexicana ha captado más de 40,000 millones de dólares (mdd) de Inversión Extranjera Directa (IED) por lo que representa un importante motor en la actividad económica del país. La IED acumulada entre 1999 y 2018 del sector de autopartes junto con el automotriz fue de 62.267 millones de dólares, el mayor monto sectorial en el país, según la Secretaría de Economía. Más del 80% de los coches fabricados en México se exportan a otros países, alrededor de dos tercios de éstos a Estados Unidos. El sector automotriz genera un total de 1,9 millones de empleos.

La industria de autopartes en México es pieza importante del sector manufacturero del país. Durante los últimos años, se ha convertido en uno de los sectores más dinámicos y participa con una proporción importante de las exportaciones no petroleras. El sector alcanzó en el 2018 su mayor participación en la economía de los últimos 24 años al representar el 3,6% del Producto Interno Bruto (PIB), mayor que el 1,5% que tenía en 1994, cuando inició el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

México es el primer productor de automóviles en América Latina desde 2014. El desarrollo de esta industria ha contribuido a que el país se convirtiera en 2018 en el sexto productor mundial de vehículos y el cuarto exportador. Mientras que, en autopartes, ese mismo año, se posicionó como el quinto productor mundial, con un valor de 92 mil millones de dólares, por detrás de China, Estados Unidos, Japón y Alemania. En este año se estima producir más de 5 millones de unidades anuales y ser el quinto productor a nivel mundial.

La industria de autopartes está valorada en USD 400.000 millones a nivel mundial, de los cuales China exporta más de USD 70.000 millones en partes y accesorios automotrices cada año. Pero debido al brote de coronavirus estos envíos se han visto interrumpidos, ya que el gobierno chino puso en cuarentena la provincia de Hubei epicentro de la infección, deteniendo así la producción industrial de la región que en gran medida se dedica a la manufactura de todo tipo de componentes automotrices.

El coronavirus crea incertidumbre en la industria automotriz mexicana por la baja en la venta mundial de vehículos y por los componentes eléctricos y autopartes de las cadenas de suministro que provienen de China. Las exportaciones de vehículos ligeros cayeron a 228,184 unidades en enero, un 5.83% menos que el mismo mes de 2019, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi). Las ventas de autos nuevos en China disminuyeron cerca de un 80% el pasado mes de febrero, clara muestra del impacto de la pandemia en el sector automotriz.

Ante esta realidad se presenta la interrogante de qué tan vulnerable es la industria automotriz mexicana en este escenario, cuyo aporte a la economía nacional representa más de una quinta parte del PIB manufacturero del país. Los fabricantes de autopartes que operan en México dependen en gran medida de China para el suministro de insumos. Entonces, ¿está México preparado para producir los componentes automotrices que importa desde China?

La Industria Nacional de Autopartes (INA) no ha detectado daño en la importación de componentes y autopartes de China por el momento. En conferencia de prensa recientemente, Alberto Bustamante, director de Comercio Exterior y Normalización de la INA, consideró que ante una contingencia se podría sustituir hasta el 80% de autopartes que provienen de China, principalmente recurriendo a proveeduría localizada en la región Nafta.

Sin embargo, los analistas estiman que a finales de marzo se empezarán a notar vacíos en los almacenes de las plantas, ya que hoy no hay proveedores alternativos que sustituyan las cadenas globales de valor de las que depende el sector manufacturero. Las proyecciones de retraso en las entregas no son nada favorables, pues un cargamento que podría tardar 3 meses en llegar ahora tardará más tiempo y eso también afecta a su producción.

La cadena de valor automotriz es, sin dudas, una máquina que produce vehículos de forma rápida y eficiente, utilizando técnicas de manufactura especializadas. La alta complejidad de su cadena y su globalización la hace especialmente susceptible a este tipo de disrupciones. Las empresas más vulnerables a resentir el impacto que ha generado el brote de coronavirus son aquellas que no han desarrollado una cadena de proveeduría en el país.

El desarrollo de las capacidades resilientes que se requieren para restablecer operaciones ante eventos imprevistos de gran escala como lo es esta pandemia, siempre ha sido un reto para las industrias que operan en entornos globales. Solo aquellas empresas que sepan gestionar el riesgo de disrupciones se verán menos afectadas ante la crisis que se puede generar en el sector.

La epidemia causada por el ya famoso coronavirus, que tiene un alto costo de vidas humanas, está retando también la capacidad logística y operativa de las cadenas de suministro globales, y la de autopartes mexicana no es la excepción.

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